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El robo mas grande de Colombia en dinero y pertenencias es el robo a la Caja Agraria de Bogotá en 1991.
EL ROBO DEL SIGLO QUE CASI SE CONVIRTIO EN CRIMEN PERFECTO
En el mundo de los crímenes, muy pocos pueden considerarse perfectos, sin embargo, cuando una investigación está mal dirigida o carece de los recursos adecuados, lo que podría haberse considerado un crimen impecable se convierte en una historia que se arrastra por los rincones de la historia criminal.
Por eso hoy, les traigo un relato que casi fue catalogado como el crimen perfecto, se trata del robo a la Caja Agraria en Bogotá, ocurrido en 1991, el cual estuvo a punto de pasar a la historia no solo como el asalto más grande en la historia del país, sino también como el ejemplo de una ejecución tan precisa y calculada que dejó atónitos a todos los encargados de la investigación.
Este robo, realizado con una planificación minuciosa, sorprendió no solo a las autoridades locales sino también a las internacionales. El monto robado, que alcanzó cifras astronómicas, convirtió este asalto en un verdadero desafío para las autoridades de la época, de hecho, muchos lo recuerdan como El Robo del Siglo debido a la magnitud del botín y la falta de pruebas que apuntaran a los responsables, pues en su momento, la falta de rastros y la precisión con la que se ejecutó el plan hizo pensar a muchos que este podía ser el crimen perfecto, algo casi imposible de replicar para cualquiera.
Hoy hablaremos de las razones que hacen de este asalto un caso único, no solo por la cantidad de dinero sustraído, sino por las complejidades que rodearon la investigación y los elementos que lo convierten en un crimen de proporciones legendarias.
Si bien el robo a la Caja Agraria pudo haber quedado en el olvido si las autoridades hubieran hecho su trabajo correctamente, su historia continúa siendo una de las más fascinantes y misteriosas en la criminología colombiana.
PORQUE SE CONSIDERA MAS GRANDE QUE EL ROBO DE VALLEDUPAR
Es importante destacar que, aunque el robo a la Caja Agraria en Bogotá de 1991 es una de las historias más asombrosas del crimen colombiano, a menudo se confunde con otros asaltos igualmente notorios, como el caso del hurto al Banco de la República en Valledupar en 1993, este por su magnitud y la atención mediática que recibió, ha sido considerado por muchos como el robo más grande en la historia del país, sin embargo, al revisar detalladamente los hechos, las cifras y los métodos empleados en ambos crímenes, es posible concluir que el asalto a la Caja Agraria se lleva el título del robo más grande y, quizás, el más sofisticado.
El robo al Banco de la República en Valledupar, aunque impresionante, involucró un grupo de criminales que, si bien lograron acceder a grandes cantidades de dinero, no contaron con una ejecución tan meticulosa ni con una estructura tan compleja como la que se empleó en el asalto a la Caja Agraria.
En el caso de Valledupar, la operación fue grandiosa en términos de la cantidad de efectivo sustraído, pero las pistas y las huellas que dejaron atrás fueron lo suficientemente claras como para que las autoridades pudieran rastrear a los responsables en un tiempo relativamente corto. Por otro lado, el robo a la Caja Agraria, que se llevó a cabo en pleno centro de Bogotá, fue planeado con tal precisión y sigilo que durante mucho tiempo pareció estar destinado a convertirse en un crimen perfecto.
Uno de los factores que hace que el robo a la Caja Agraria sea tan destacado, a pesar de no recibir la misma cobertura mediática, es el hecho de que los criminales lograron burlar a las autoridades durante meses, pues no solo lograron sustraer grandes cantidades de dinero, sino que también lograron esconder su rastro de manera tan efectiva que, a pesar de las investigaciones, no se pudieron encontrar pruebas concluyentes de su participación.
Esto le dio al asalto un aire de misterio y sofisticación que, en muchos aspectos, eclipsó incluso a otros robos más conocidos.
La cifra de dinero robado, que superaba los millones de dólares, es aún hoy motivo de debate entre expertos y criminólogos, pues se habla de montos tan elevados que, por mucho tiempo, parecían inalcanzables para un grupo de delincuentes.
El modo en que se planificó la infiltración en las instalaciones de la Caja Agraria, sin que los sistemas de seguridad detectaran irregularidades, demostró una organización criminal que había estudiado minuciosamente las debilidades del sistema financiero del momento.
En contraste con el caso de Valledupar, donde la brutalidad de la ejecución del robo dejó muchas huellas y pistas, el robo a la Caja Agraria dejó a las autoridades con pocas respuestas y sin ningún sospechoso claro durante mucho tiempo. La sensación de que este robo podría haber sido perfecto residió en su ejecución silenciosa, eficiente y, lo más importante, en su capacidad para desaparecer sin dejar rastro.
De hecho, el hecho de que los responsables nunca fueran capturados y que no existiera un culpable identificado en el caso, ha contribuido a crear una atmósfera casi mítica en torno al asalto, muchos consideran que la razón de su anonimato fue el nivel de sofisticación con el que se manejaron los detalles, y cómo se evitaron las trampas típicas que los delincuentes suelen dejar en su camino.
El ROBO más GRANDE de COLOMBIA | CAJA AGRARIA 1991 | Pao Pineda
EL ROBO DEL SIGLO: UN CRIMEN IMPECABLE
El robo de la Caja Agraria en 1991, conocido como “El Robo del Siglo”, es uno de los crímenes más fascinantes y complejos de la historia criminal de Colombia, el robo no solo sorprendió a las autoridades nacionales e internacionales por la magnitud de lo robado, sino también por la impecable planificación y ejecución que tuvo lugar.
En un país donde la violencia y los crímenes organizados eran comunes, este robo se destacó precisamente por la falta de sangre y la sofisticación del plan, además, el robo se mantuvo en misterio durante años, ya que los culpables nunca fueron totalmente identificados ni el botín recuperado en su totalidad.
En el contexto social de Colombia en los años 90, el país vivía en medio del auge del narcotráfico y una creciente violencia urbana, lo que aumentó la desconfianza entre la ciudadanía y las instituciones financieras.
La Caja Agraria, una de las entidades más importantes del país, tenía en sus bóvedas bienes de un valor incalculable, no solo en términos de dinero, sino también en joyas, obras de arte, diamantes y documentos secretos, muchos de los cuales pertenecían a figuras del poder político y económico.
La Caja Agraria: Un Banco de Riquezas
La Caja Agraria fue una de las instituciones bancarias más grandes y antiguas de Colombia, fundada en 1950 con el objetivo de financiar la agricultura y el desarrollo rural en el país, a lo largo de los años, la Caja Agraria se convirtió en una de las entidades más importantes del sistema financiero colombiano.
Su sede principal, ubicada en el centro histórico de Bogotá, no solo almacenaba el dinero de campesinos y pequeños empresarios, sino también el de los políticos y personas influyentes de la sociedad.
En los años previos al robo, la Caja Agraria había sido un banco al que acudían muchos de los empresarios más poderosos del país, incluidos narcotraficantes que usaban el sistema bancario para lavar dinero y almacenar sus riquezas, lo que convirtió a la entidad en un objetivo atractivo para cualquier ladrón de alto nivel, como lo fue Gonzalo Pinto Cordero, el principal responsable del robo.
Aparte de su función financiera, la Caja Agraria ofrecía cajas de seguridad para almacenar objetos valiosos como joyas, títulos, documentos legales y dinero en efectivo, estas cajas de seguridad eran las más codiciadas por los delincuentes, ya que contenían bienes cuya magnitud era desconocida para el público en general.
En el momento del robo, la Caja Agraria almacenaba más de 2,000 cajas de seguridad, muchas de ellas de personas influyentes en la política, el comercio y la criminalidad, esto permitió que el robo se convirtiera no solo en un asalto a una institución financiera, sino en un ataque directo a las élites colombianas.
EL PLAN MAESTRO DE GONZALO PINTO CORDERO
Un Delincuente de Alto Perfil
Gonzalo Pinto Cordero, conocido como “El Topo”, fue uno de los criminales más notorios de la Colombia de finales del siglo XX, nacido en Cúcuta, Norte de Santander, Pinto Cordero tenía antecedentes en el mundo del crimen organizado, aunque en un inicio se especializó en el tráfico de drogas y estafas de alto nivel. Durante su carrera criminal, desarrolló una red de contactos dentro del mundo político, económico y criminal, lo que le permitió ejecutar planes con una precisión milimétrica.
El apodo de “El Topo” se lo dio su habilidad para moverse de manera subterránea, tanto en el sentido literal como figurado, Pinto Cordero fue un hombre meticuloso, astuto y frío, con un conocimiento profundo de los sistemas de seguridad y de las rutinas diarias de sus objetivos.
Su plan para robar la Caja Agraria no solo incluyó el uso de túneles para el acceso, sino también un minucioso análisis del lugar, los horarios de los empleados, las rutas de patrullaje de la policía y los sistemas de vigilancia.
La Información Crucial
Uno de los aspectos más sorprendentes de este robo fue cómo Pinto Cordero obtuvo información tan detallada sobre el funcionamiento de la Caja Agraria y sus sistemas de seguridad, en el transcurso de los meses previos al robo, Pinto Cordero comenzó a infiltrarse en las actividades diarias del banco y en sus alrededores, y se asoció con varios informantes que trabajaban dentro del banco, incluidos empleados de seguridad y personas con acceso a la información clave.
Uno de los informantes más importantes fue un ex guardia de seguridad del banco, quien, al parecer, tenía conocimiento de las bóvedas, las cajas de seguridad y los sistemas de alarma, además, Pinto Cordero aprovechó su red de contactos en el sector inmobiliario para investigar el edificio desde sus cimientos hasta el techo.
De hecho, las investigaciones posteriores sugirieron que “El Topo” tenía acceso a planos del edificio, lo que le permitió calcular la mejor ruta para excavar el túnel sin alertar a nadie.
LA ESTRATEGIA: EXCAVACION SUBTERRÁNEA
La Cafetería: La Falsa Tapadera
Pinto Cordero eligió como punto de acceso para su plan una cafetería ubicada cerca de la Caja Agraria, llamada La Florida, la cafetería era un lugar frecuentado por empleados del banco y personas que trabajaban en la zona, el dueño del local, un hombre de confianza de Pinto Cordero, fue convencido de venderle el negocio como parte de una transacción legítima, la compra de este local aparentemente inocente fue una tapadera perfecta para el verdadero objetivo excavar un túnel que llevara directamente a las bóvedas del banco.
Con el local en su poder, Pinto Cordero y su equipo comenzaron la construcción del túnel de manera clandestina, durante la noche, cuando la cafetería ya estaba cerrada, los delincuentes cavaban un túnel de 21 metros de largo con herramientas manuales, para evitar que se produjeran ruidos o vibraciones que pudieran alertar a los vecinos, los ladrones utilizaron equipos especializados en excavación silenciosa.
Además, el túnel fue diseñado para tener una pendiente muy suave, lo que facilitó el acceso de los ladrones al banco sin ser detectados.
La Excavación Silenciosa
Durante los meses de excavación, el grupo de Pinto Cordero operaba con total sigilo, pues las herramientas usadas en la construcción del túnel eran de baja tecnología, pero extremadamente eficaces.
A pesar de la sofisticación del plan, los ladrones se enfrentaron a desafíos técnicos, como la presencia de tuberías de agua y cables eléctricos que tuvieron que sortear sin causar daños, a lo largo de la operación, los delincuentes mantuvieron un perfil bajo y evitaron llamar la atención de los residentes cercanos o de las patrullas policiales.
La excavación tomó varias semanas, y aunque existían riesgos de que alguien pudiera descubrir el túnel, los delincuentes tomaron todas las precauciones posibles, utilizaron sistemas de ventilación temporales para evitar la acumulación de gases, y planificaron el túnel de tal manera que pudieran salir rápidamente una vez que hubieran obtenido el botín.
La Ejecución del Robo
La Fecha Clave: 5 de Noviembre de 1991
El 5 de noviembre de 1991 fue el día elegido para llevar a cabo el robo, los ladrones tenían claro que para ese momento debían estar completamente listos, y eligiendo una fecha estratégica, aprovecharon el hecho de que en ese mes Bogotá celebraba varias festividades, como el centenario de la Policía Nacional.
Esto permitió que se redujera la vigilancia en la zona y que la policía estuviera distraída por otros eventos. Además, en esa época, los sistemas de alarma y monitoreo de las entidades bancarias no eran tan avanzados como lo son ahora, lo que les dio a los delincuentes una ventaja importante.
El Túnel y la Entrada al Banco
La entrada al banco no fue sencilla, a pesar de que el túnel había sido excavado con precisión, la entrada a las bóvedas se encontraba debajo de una estructura de concreto y metal que resultaba difícil de penetrar, sin embargo, los ladrones contaban con las herramientas adecuadas, incluidas sierras y herramientas de perforación, que les permitieron romper las paredes sin generar ruido, la entrada fue cuidadosamente camuflada para que, en caso de que alguien estuviera cerca, no pudiera ser detectada.
Una vez dentro, los ladrones comenzaron a abrir las cajas de seguridad, sabiendo que el tiempo era limitado, pero debido a la planificación precisa del robo, lograron abrir todas las cajas que tenían valor inmediato, dejando detrás aquellas que no eran necesarias.
EL BOTÍN: MILLONES EN RIQUEZAS
Lo Robado
El botín que lograron obtener los delincuentes fue absolutamente impresionante. Se estima que el valor del robo superó los 3,000 millones de pesos colombianos de la época (cerca de 3 millones de dólares), aunque el monto total nunca se ha confirmado oficialmente.
Este botín no solo consistía en dinero en efectivo, sino también en joyas, diamantes, esmeraldas, arte y objetos valiosos que pertenecían a figuras de la política, empresarios, y hasta narcotraficantes que usaban la Caja Agraria para almacenar sus riquezas.
En particular, se sabe que entre lo robado estaban algunas piezas de joyería y diamantes de una magnitud inusitada, propiedad de empresarios que prefirieron no hacer público el hecho de que sus bienes habían sido sustraídos.
Aunque la mayor parte de los bienes robados nunca se recuperaron, se supo que una pequeña parte del botín fue vendida en el mercado negro en Colombia y Venezuela.
La Magnitud del Robo
Este robo es considerado uno de los más grandes en la historia del país debido a la magnitud de lo robado, así como a la complejidad de la operación, lo sorprendente del caso fue que no se empleó violencia, lo cual era casi impensable en una época donde el crimen organizado y el narcotráfico dominaban las calles, la limpieza con la que fue realizado el robo y la falta de evidencia que permitiera identificar a los culpables durante años, elevaron la leyenda de este crimen a niveles míticos.