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En 2008, un grupo de inversionistas se reunió con un objetivo ambicioso, transformar un pequeño edificio en el rascacielos más alto de Bogotá y de Colombia, inspirados por el auge de la construcción y el deseo de redefinir el skyline de la capital, concibieron un proyecto que combinara innovación, lujo y sostenibilidad.
Querían edificar una obra icónica que no solo superara las expectativas de los habitantes de la ciudad, sino que también atrajera inversionistas nacionales e internacionales, consolidándose como un símbolo de progreso y modernidad.
Así nació el proyecto Bogotá Downtown Bacatá, una imponente estructura de cristal y acero que prometía cambiar la manera en que los bogotanos vivían y trabajaban.
Con una propuesta arquitectónica de vanguardia y un modelo de financiación basado en la democratización de la inversión inmobiliaria, el proyecto despertó grandes expectativas y entusiasmo, sin embargo, detrás de su ambiciosa visión y su imponente fachada, comenzaron a emerger desafíos técnicos, financieros y administrativos que poco a poco transformaron la promesa de un rascacielos emblemático en una historia de incertidumbre y frustración.
Problemas estructurales, retrasos en la entrega y dificultades legales han marcado la vida de quienes creyeron en este proyecto, dejando en suspenso su futuro y el sueño de una Bogotá más moderna.
EL NACIMIENTO DE UN COLOSO EN BOGOTÁ

Ubicado en la calle 19 #5-20, en pleno corazón de Bogotá, el Bogotá Downtown Bacatá fue concebido como un ambicioso complejo arquitectónico compuesto por dos torres:
- Torre Norte: Cuenta con 56 pisos y una altura de 167 metros. Alberga 405 apartamentos y 117 oficinas.
- Torre Sur: Es la estructura más imponente del proyecto, con 67 pisos y 216 metros de altura, lo que la convierte en el edificio más alto de Colombia.
El diseño del complejo fue realizado por la firma española Alonso & Balaguer, y la construcción estuvo a cargo de Prabyc Ingenieros. El proyecto incluye una mezcla de usos que comprende viviendas, oficinas, un hotel con 319 habitaciones, tres niveles de comercio y siete sótanos destinados a estacionamientos.
La construcción del BD Bacatá se planteó como una intervención urbana destinada a revitalizar el centro de Bogotá, ofreciendo una diversidad de usos en un solo edificio y promoviendo la densificación urbana. A pesar de su ambiciosa concepción, el proyecto ha enfrentado diversos desafíos financieros y técnicos que han afectado su desarrollo y culminación.
Su construcción comenzó en 2011 con la promesa de superar la altura de la Torre Colpatria, que con sus 50 pisos había ostentado el título de la edificación más alta del país durante 36 años.
El plan era revolucionario y prometía transformar el centro de Bogotá con un moderno desarrollo de usos múltiples. El proyecto incluía 117 oficinas, un centro comercial con 30 locales, 397 apartamentos, más de 700 plazas de estacionamiento y un hotel de 364 habitaciones. Este último reemplazaría al icónico Hotel Bacatá, demolido en octubre de 2011 para dar paso a la nueva estructura.
A diferencia de otras grandes edificaciones en Colombia, el Bogotá Downtown Bacatá no fue financiado con recursos públicos ni por un solo gran inversionista.
En su lugar, se basó en un innovador modelo de financiación colectiva, en el que miles de personas con una alta capacidad financiera invirtieron con la promesa de formar parte de la construcción del primer rascacielos impulsado por ciudadanos comunes. Este enfoque democratizador generó grandes expectativas, posicionándolo como un proyecto único en el país.
Esta es la CRUDA realidad del EDIFICIO más alto de COLOMBIA | Bogotá, Colombia | Pao Pineda
EL ASCENSO Y LA CRISIS

En diciembre de 2012, se completó la construcción de los muros de contención, que alcanzaban profundidades de entre 35 y 45 metros, marcando un hito en el avance del proyecto. Con esta fase terminada, se dio inicio a la excavación de los sótanos, una tarea monumental que daría forma a la base del rascacielos. En total, el edificio contaría con siete niveles subterráneos, en los que se emplearon más de 15,000 m³ de concreto y acero de alta resistencia, adaptados a las exigencias estructurales de una construcción de esta magnitud.
El 15 de abril de 2014, la obra alcanzó un punto crucial, el inicio de la construcción sobre el nivel de la calle. Siguiendo un riguroso cronograma, los ingenieros lograron levantar un nuevo piso por semana, lo que permitió que la estructura principal tomara forma en un tiempo récord.
El diseño del Bogotá Downtown Bacatá se basó en tres materiales predominantes: vidrio, aluminio y hormigón, una combinación que le daría un aspecto moderno y sofisticado. Además, el proyecto contemplaba la integración de dos puentes peatonales entre las torres, ubicados en los pisos 14 y 25, que servirían no solo como elementos funcionales, sino también como un atractivo arquitectónico que ofrecería vistas únicas de la ciudad. De haberse concluido por completo, el rascacielos se habría consolidado como un ícono arquitectónico y turístico de Bogotá.
Sin embargo, a medida que la construcción avanzaba, comenzaron a surgir serios problemas financieros que pusieron en jaque el desarrollo del proyecto. En 2018, estos inconvenientes llegaron a un punto crítico, lo que llevó a una pausa indefinida en la obra, generando incertidumbre entre inversionistas, compradores y ciudadanos.
Uno de los principales obstáculos técnicos fue la cimentación, en un principio, los cálculos estructurales indicaban que la base del edificio soportaría sin problemas su peso, estimado en más de 200,000 toneladas.
Sin embargo, conforme avanzaban los trabajos, los ingenieros descubrieron que era necesario excavar 60 metros adicionales para anclar las columnas en una formación rocosa conocida como arcillolita, que garantizaría la estabilidad de la estructura.
Esta complicación imprevista no solo representó retrasos considerables, sino que también implicó costos adicionales que no estaban contemplados en el presupuesto original, agravando aún más la situación financiera del proyecto.
UN RASCACIELOS INHABITABLE

Aunque la estructura principal del Bogotá Downtown Bacatá logró levantarse, el edificio nunca fue completamente terminado, y los problemas no tardaron en aparecer. Lo que en un principio se promocionó como un ícono de modernidad y lujo, pronto se convirtió en una fuente constante de frustración para quienes apostaron por el proyecto.
Cuando los primeros residentes se mudaron, comenzaron a notar graves fallas en los servicios públicos, que afectaban seriamente su calidad de vida:
- Cortes de agua y luz constantes, que podían extenderse por horas o incluso días.
- Fluctuaciones eléctricas, que dañaban electrodomésticos como neveras, televisores y computadores, generando costosas pérdidas para los propietarios.
- Ascensores defectuosos, que se detenían repentinamente o, en algunos casos, llegaban a descolgarse, obligando a los residentes a subir y bajar decenas de pisos por las escaleras, una situación especialmente crítica en un rascacielos de esta magnitud.
La combinación de estos problemas hizo que el edificio pasara rápidamente de ser una promesa de exclusividad a convertirse en un lugar prácticamente inhabitable. Aunque los apartamentos ofrecen una vista impresionante de Bogotá y los cerros orientales, la falta de servicios básicos y la imposibilidad de garantizar una vida cómoda han llevado a muchos propietarios a reconsiderar su inversión y, en muchos casos, a tratar de vender sus unidades, aunque sin éxito debido a la creciente mala reputación del proyecto.
Los problemas estructurales y administrativos no tardaron en salir a la luz, y numerosas denuncias comenzaron a circular en medios de comunicación y redes sociales.
Inversionistas que habían comprado propiedades en planos exigieron respuestas y el cumplimiento de las promesas iniciales, las quejas crecieron a tal punto que las autoridades intervinieron, lo que llevó a la suspensión de la venta de nuevas unidades y a una creciente desconfianza en este tipo de proyectos inmobiliarios en Colombia.
Lo que comenzó como un sueño de progreso para el centro de Bogotá terminó convirtiéndose en un caso emblemático de los riesgos de la especulación inmobiliaria, dejando en el limbo a cientos de inversionistas y residentes.
¿UN NUEVO FUTURO PARA DOWNTOWM BACATÁ?
Hace menos de un año, se anunció la reanudación de las obras del Bogotá Downtown Bacatá, con el objetivo de revitalizar el proyecto y transformar parte del complejo en lujosas habitaciones vacacionales y apartamentos exclusivos. Esta noticia generó un destello de esperanza entre los inversionistas y propietarios afectados, aunque las dudas sobre su viabilidad aún persisten.
Según algunos informes, inversionistas extranjeros han mostrado interés en recuperar el proyecto, viendo en él una oportunidad para reposicionarlo en el mercado inmobiliario. Sin embargo, todavía no existe un plan de ejecución claro ni una fecha definida para la entrega de las unidades faltantes, lo que mantiene a los compradores en una incertidumbre constante.
A pesar de las dificultades y los reveses financieros, la posibilidad de que el Bogotá Downtown Bacatá finalmente se complete sigue latente, aunque con una visión distinta a la planteada originalmente. Lo que en un principio se soñó como el rascacielos que modernizaría Bogotá, hoy permanece en un limbo entre la ambición y la realidad, marcado por retrasos, controversias y promesas incumplidas.
Mientras tanto, el Downtown Bacatá se ha convertido en un símbolo de los riesgos de la especulación inmobiliaria y de los desafíos que implica la construcción de megaestructuras en Latinoamérica.
Su historia es un recordatorio de que, en el mundo de los grandes proyectos urbanos, una visión ambiciosa no siempre es suficiente para garantizar el éxito.